Se hace extremadamente difícil frenar la lengua cuando dan ganas de gritar. Los nudos en la garganta se van apilando uno tras otro y pareciera que no tienen salida.
Es una acumulación que, mirada desde lo histórico, nos hace daño. Porque estos gritos enclaustrados son omisiones.
Todos pecando. Omitimos palabras porque son incómodas. La acción se acorta sin ellas. El presente se nos escapa en la voracidad del fuego. El futuro grita en los hambrientos y sedientos de justicia.
Leer en el link que dejo abajo.
Gracias!