Lc 1, 26-38
El sol se mece en la ventana.
Su vista de oquedades
prefigura Tu vida en la mía.
Proclama el velo su rasguido
partiendo la historia.
Surge el misterio en el grito.
Una figura maternal habita el tiempo.
Caen los telones.
Las máscaras aflojan sus mandíbulas.
Arremete el oleaje en los reinados.
El viento se abre paso en la distancia.
Mares y desiertos deshojan nuevos calendarios.
Retoño de una cepa exquisita.
Vástago de un pueblo polvoriento
brotaste desde el soplo infinito.
Como colman las aguas el mar
te hiciste anuncio perpetuo en los caminos
agrandando la sal
y aniquilando la luz
con la blancura de tu exilio.
La anticipada sonrisa de Ana,
el retumbar de Isaías y de Oseas,
los pasos de Noemí y Rut.
La terquedad de toda profecía
fielmente reemplazada con tu vida.
Te quedaste en copa nueva
para darte a beber
interminable
en el vino.
Del libro: Corazón a los misterios (sin publicar)