Poesías

Dolor

Callar, callar. No callo porque quiero,
callo porque la pena se me impone,
para que la palabra nos destrone
mi más hondo silencio verdadero.

Gerardo Diego

No puedo.
No puedo y lo callo
porque en el silencio es mucho más grande
el amor deseoso de vivirnos dentro,
y fuera en multitudes de seres hambrientos
deseosos también de poseerse dueños,
de vivir virtudes, de salir a un tiempo,
como mariposas que transforman hilos
en alas de seda, a un tiempo, latiendo.

Lo expongo a silencio cuando no te encuentro
y me brinda tus ojos, nuevos
de nacer el día, viejos
que en la noche gimen sus caricias,
como gime el hombre ante su propio infierno
cuando no se yace de espaldas al viento
para darle al aire un posible sueño.

Lo callo.
Lo brindo y lo exalto, lo digo
por eso, en letras que dejan rastros cenicientos,
como huellas plenas del ser que existiendo
se extingue en su muerte ante otros, los ciegos,
que piden que sea la vida un consuelo,
como si en la niebla y al quedarnos muertos
lleváramos puestos memorias y besos.

No puedo y lo callo.
Lo ensucio de verme frente a mi destierro
marcando en la sangre un exilio nuevo,
que tiene tu hombre, tu nombre y tu acento
en el mismo espacio de mi ser que estalla
en busca de formas que impongan su encierro.
Como la locura que ata su palabra
para no dar cuenta de su sufrimiento.

LC

Publicada en el libro Luna de Oro

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