A veces, al recordar o al hacer una lectura orante de las citas bíblicas que anuncian la radicalidad ante el seguimiento a Jesús, podemos preguntarnos: ¿cuál es mi cruz hoy? [1]
Claro que hay quienes la llevan colgando de su espalda a fuerza de cruzar los brazos cuando el hambre viene o cuando asoma la injustificada muerte en su familia a causa de violencias sociales o en tantas otras situaciones de pobreza e indigencia. Y también están quienes ni siquiera se preguntan por indiferencia, negación o temor.