Poesías

Boira

Una niebla repentina pone remedio a todo eso,
y el rocío refresca después del viento abrasador.

Eclo 43, 22

La niebla llega
junto a la siniestra costumbre
de resolver que el sol no sea.

Flota inevitable en su espesura
tal como el pensamiento
cuando ciega.
Se desliza voraz y posesiva.
Envuelve y calla.

Se apodera de las bocas
y los dientes.
Se moldea artesana.

Es perfecta en su andar
y cuando estalla
convence al aire
de aproximar la muerte.

Si quisiera ser
podría alimentar la siembra
sin el alba.

Cubre la niebla sus batallas
vestida de oquedades
donde se hace lágrima.

Es en esta cavidad
habitada de honda nada
donde se puede estremecer
el alma
que se encuentra
en el borde de otra nada.

LC
2003

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