Estamos haciendo doler y mucho. Y estoy hablando de nuestra amada Iglesia. Dentro de ella.
Y digo estamos para hacerme bien cargo del pecado colectivo que cometemos. Sin embargo, también soy parte de los que están del lado de los dolidos. Por mí y por los cercanos que llegan por un abrazo porque otros deciden qué cruces deben colgarse.
Es justo y necesario que vayamos hablando a tiempo y a destiempo con quien corresponda y de la manera que haga falta para que cada quien se haga cargo de lo suyo. Esto quiere decir que es una necesidad y “donde hay una necesidad hay una obligación”, decía Simone Weil. Decir “estás agregando dolor a mi dolor” es un derecho y también un deber. Suceda de manera personal o veas que está sucediendo con otras personas.
Te dejo la nota completa publicada en la Revista Vida Nueva en el link de la reflexión.