Mi segundo libro de poemas. Fue publicado en 2022 por la Editorial El Jabalí de Daniel Chirom. Y hoy sigo agradeciendo su confianza y osadía. Descansa en paz, amigo poeta.
Este libro fue declarado de interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación.
Dedicatoria
Es en el aserto de los maestros donde me constituyo y me extiendo. Que su sabiduría sea la luz que nos permita entender la vida y la muerte como caras de una misma moneda que seguirá rodando eternamente. Que sinteticemos ese contrapunto irreversible en la calidad del amor a la palabra. La palabra como vehículo y sostén de una humanidad que pide a gritos un lugar nuevo, gestionado desde los mismos asertos que hicieron grandes a los grandes. Hablemos de lo mismo, refundándonos en la palabra. La que sepamos capaces de decir desde lo más profundo de nuestra renovada humanidad. Con todas las letras.
Dedico este libro, entonces, a los grandes maestros que –a través de su literatura y su filosofía– me acompañan en el esfuerzo cotidiano por una vida mejor.
Mi amor y reconocimiento a: Nichiren Daishonin, Nikko Shonin, William Shakespeare, Novalis, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Pedro Salinas, Konstantin Kavafis, Maiacovski, Krishnamurti, Simone Weil, Gerardo Diego, Jorge Luis Borges, Salvador Espriu, Michel Foucault, …
A Wislawa Szymborska, Marilyn Ferguson, Miquel Martí i Pol, Milan Kundera, …
Mi amor y reconocimiento a Hedy Crilla, maestra de maestros, que dejó su sabiduría para siempre en cada uno de los que tuvimos la oportunidad de deleitarnos con sus enseñanzas.
A Atilio Cadorín, un alma maestra y un maestro del alma, con quien compartí los paraísos cotidianos de Borges.
A Susana Barcelona y Esther Speroni, que me entregaron magistralmente su vida y su muerte.
A mi abuela Elvira, que me dio su sabiduría, tan precisa y tan cierta.
A la memoria de mi hermana Analía, por quien pude aprender que soy única, como lo es cada ser sobre esta tierra.
A Víctor Arrechea, un alma gemela que me enseñó a situarme en lugares que me parecían imposibles.
Mi amor y reconocimiento a Beba Dupuy Delon y Pepi Miguel que me entregaron la poesía en mis años adolescentes.
A Sergio, Gabriel y Carlos, que supieron compartir conmigo lo mejor de sí, lo más de sí, el amor de mí.
A Marta Louzao, una maestra permanente, inalterable.
A Norma Peralta, por su intensa capacidad para darlo todo.
A Julio Zurita –bailarín– y Andrei Kozinets –poeta–, dos gigantes que enriquecieron mi vida con su talento.
A mi hermano Kay, que me regaló amorosamente a todos sus maestros: van Gogh, Antonin Artaud, Salvador Dalí, Jacques Prévert, Antoine de Saint Exupery, Quino y muchos más…
A mi hermano Martín, que me acompaña siempre con la pureza de su corazón.
A Fero, mi hermano de la vida, por su poesía y su permanencia.
A mis amigos y amigas del alma, maestros cotidianos del amor.
A mis hijos, Juan Pablo y Diego, que me enseñan a renovar la fe a diario y me dan razones permanentes para gestionar la vida, el amor y la poesía.
A mi madre y mi padre, que me trasmitieron el amor y el placer como síntesis perfecta para entender la vida y la muerte.
Al maestro que llevás puesto y todavía no le rendiste un apropiado homenaje.
Lucrecia Casemajor / Noviembre de 2002